Y en mi familia ya tenemos un romano.
Y nos llueve. Miramos al cielo mientras subimos a la Parroquia. A paso ligero. A galope. Vaya Semana Santa de carreras.
Parroquia de San Pedro Apóstol.
Juventud, divino tesoro, lo mismo te portan un "senatus" que tocan el tambor.
Sobre la blanca mortaja
reposa su cuerpo yerto,
a muerte doblan campanas
y resuenan las cornetas
en los confines del cielo.
Silencio, silencio... Jesús de cuerpo presente. Silencio.
Traslado a la Santa Urna. Plaza Marqués de Estella. Roma y Carteya.
El viento roba la luz
de una vela que se apaga,
la luna se hace veneno
por verte muerto en tu juventud,
Padre mío nazareno.
Y... unas horas después de aquella primera foto, estos pequeños romanos nos dan un verdadero ejemplo de firmeza y constancia.