domingo, 25 de diciembre de 2011

La matanza del cerdo (primera parte)

Se sigue celebrando la tradicional matanza del cerdo en nuestro pueblo, en mucha menor medida que hace unos años pero con un resurgimiento importante quizás debido a la "pertinaz sequía" económica.

No hace mucho que el olor de la leña ardiendo impregnaba muchas de las calles de Carteya, en cocheras, solares, en las propias casas... Familia, amigos, vecinos, compartían uno o varios cerdos, los cuales sacrificaban siguiendo un tradicional ritual que aún perdura hoy en día.


Los cochinos pasan varios controles veterinarios, desde su lugar de origen hasta el despiece ya muerto, garantizando así su calidad y descartando posibles enfermedades.



La de matarife es una profesión singular y a la vez delicada, hay que procurar la muerte del animal infringiéndole el menor sufrimiento posible. Algunas personas lo consideran un verdadero arte...


La sangre que brota en cantidad de las arterias y venas seccionadas es "meneada" para evitar su coagulación. El animal se desangra por completo, y es necesario que sea así para evitar que quede sangre coagulada en la carne del animal.


Varios minutos tarda ese movimiento incesante, que evitará que la sangre del cerdo se cuagule y pueda así ser aprovechada para la posterior elaboración de la morcilla.


Mientras en grandes calderos hierve el agua que servirá para quitarle los pelos a la piel del cochino, y dejarla totalmente limpia y desinfectada.


El matarife, preparándose para la limpieza y despiece del animal.



La abuela trocea los pulmones de otro cerdo sacrificado el día de antes.


El agua hirviendo se va echando sobre el animal propiciando así el ablandamiento del pelo para su retirada mediante afilados cuchillos, a modo de navaja de afeitar.


Queda pues el cochino listo, limpio y colgado de los jamones. En unos minutos estará completamente despiezado. Eso lo veremos en una segunda parte


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